¿Acaso no sea ésta la codicia que ansían tus versos,
la carne de Adonis, tu celo hidrópico?
¿No sea el falaz estandarte, pretensión errante,
el arte por el arte de tu velo apócrifo?
Destápate pues, sin temor al porvenir, que de mirar no vas a hartarte.
Ver, tocar y oír. Vivir atónito,
lanzarse al mar. Amar, y amarte.